Una posibilidad...
En una ocasión ella dijo "Seamos cómplices". A lo que él seguro de sí respondió "Cómplices de dolor".
Después ella propuso "Seamos amigos". Y él totalmente seguro respondió "Seamos amigos".
De la primera ocasión a este momento, muchas noches pasaron. Noches de educación. Ella aprendió, él enseñó y lo disfrutó. Ella creció y confió. El confió y educó. Estaban orgullosos el uno del otro. Y su complicidad aumentó. Las noches de cena no eran en soledad, eran en complicidad. A veces sumisa, a veces amiga, a veces cómplice. A veces juntos, a veces cada quien en su mesa. No había etiquetas para lo que ellos tenían. Era lo más puro que hay, honestidad. Maestro, alumna, aprendizaje. El triángulo muy fuerte. Cuando eran amigos se permitían familiaridades y risas. Cuando eran cómplices, sagaces observadores. Cuando era Maestro y alumna, fortaleza los dos, sumisión y control.
El sumiso es la piedra angular de todo. La fuerza que exhibe de autocontrol. El amo es la fuerza del control, pero su autocontrol es mayor. En sus manos radica el placer y la vida de otro.
Un día ella buscó sus ojos, quería amistad y complicidad.
- ¿Que es Ma Petite?
Ella sonrió. Se intuían bien. Se conocían.
- ¿Quien es él?
El observo hacia donde apuntaban los ojos de ella y lo vio. Otro alumno que, como ella, tenía ahora el control de si mismo. Conocía a su maestra, él la educó...
- Ah, él... Es alguien que esta a tu nivel. Alguien que disfruta de aprender. Alguien que busca más al igual que tu. Es la mezcla dulce de "Vainilla" y "Oscuridad". Como tú... ¿Te interesa Ma Petite?
- Si, me gusta.
- Recuerda lo que te he enseñado, esta oscuridad y tu vida vainilla no van de la mano. Para llevar las dos juntas en una persona necesitas más autocontrol. Enamorarse significa rendirse, él a ti y tu a él. Los dos son fuertes, tendrán que asumir como llevar ese control.
- Entiendo eso, pero hay algo en él que....
- Es parte de aprender Ma Petite.
- Si, eso ¿Que pasaría si tuviera una pareja igual que yo? Al nivel, honesto, leal, fuerte y en control ¿Sería un choque? ¿O sería perfección?
- Eso, lo tendrás que averiguar tú. No hay nada perfecto, recuerda eso.
Después de esa noche, los encuentros cesaron. No así la amistad, la complicidad y la lealtad.
La relación evolucionó, el la observó, la analizó y siempre aconsejó. El tenía la experiencia que ella estaba buscando, pero él no le podía enseñar eso. El no estaba dispuesto a una relación mezclando los dos mundos. Ya no.
La frecuencia de visitas al lugar también cesó. Y un día apareció, con él, en familia. Con una vida "Vainilla" a la vista. Sonrió. Le fascinaba conocer lo que había detrás de la fachada de ambos. Sonrieron hacia su mesa y con una mirada ordenó que se acercarán. Ellos, educados como estaban, se acercaron a pesar de que él gozaba de "compañía".
Se pararon frente a él, mirándose las manos. Dos buenos alumnos, dos maestros. Todo tan extrañamente relacionado.
- Ma Petite ¿Como estás?
- Bien Sombra (sonrió al decir ese nombre). Solo vine a decir, que vuelo de aquí. Lejos, sin embargo mi alma recordará todo siempre.
- Lo sé, te intuí.
De pronto hizo algo que nunca se le hubiera ocurrido a ella. Se levanto imponente como siempre y la sumió en un abrazo cálido. Ella casi llora, pero se controló.
- Recuerden lo que aprendieron los dos. El control no es de débiles, ni ceder es debilidad. El equilibrio de ambos es un reto.
Asintieron sin decir palabra, se tomaron de la mano y se retiraron.
Sin sonreír los vio partir.
Después ella propuso "Seamos amigos". Y él totalmente seguro respondió "Seamos amigos".
De la primera ocasión a este momento, muchas noches pasaron. Noches de educación. Ella aprendió, él enseñó y lo disfrutó. Ella creció y confió. El confió y educó. Estaban orgullosos el uno del otro. Y su complicidad aumentó. Las noches de cena no eran en soledad, eran en complicidad. A veces sumisa, a veces amiga, a veces cómplice. A veces juntos, a veces cada quien en su mesa. No había etiquetas para lo que ellos tenían. Era lo más puro que hay, honestidad. Maestro, alumna, aprendizaje. El triángulo muy fuerte. Cuando eran amigos se permitían familiaridades y risas. Cuando eran cómplices, sagaces observadores. Cuando era Maestro y alumna, fortaleza los dos, sumisión y control.
El sumiso es la piedra angular de todo. La fuerza que exhibe de autocontrol. El amo es la fuerza del control, pero su autocontrol es mayor. En sus manos radica el placer y la vida de otro.
Un día ella buscó sus ojos, quería amistad y complicidad.
- ¿Que es Ma Petite?
Ella sonrió. Se intuían bien. Se conocían.
- ¿Quien es él?
El observo hacia donde apuntaban los ojos de ella y lo vio. Otro alumno que, como ella, tenía ahora el control de si mismo. Conocía a su maestra, él la educó...
- Ah, él... Es alguien que esta a tu nivel. Alguien que disfruta de aprender. Alguien que busca más al igual que tu. Es la mezcla dulce de "Vainilla" y "Oscuridad". Como tú... ¿Te interesa Ma Petite?
- Si, me gusta.
- Recuerda lo que te he enseñado, esta oscuridad y tu vida vainilla no van de la mano. Para llevar las dos juntas en una persona necesitas más autocontrol. Enamorarse significa rendirse, él a ti y tu a él. Los dos son fuertes, tendrán que asumir como llevar ese control.
- Entiendo eso, pero hay algo en él que....
- Es parte de aprender Ma Petite.
- Si, eso ¿Que pasaría si tuviera una pareja igual que yo? Al nivel, honesto, leal, fuerte y en control ¿Sería un choque? ¿O sería perfección?
- Eso, lo tendrás que averiguar tú. No hay nada perfecto, recuerda eso.
Después de esa noche, los encuentros cesaron. No así la amistad, la complicidad y la lealtad.
La relación evolucionó, el la observó, la analizó y siempre aconsejó. El tenía la experiencia que ella estaba buscando, pero él no le podía enseñar eso. El no estaba dispuesto a una relación mezclando los dos mundos. Ya no.
La frecuencia de visitas al lugar también cesó. Y un día apareció, con él, en familia. Con una vida "Vainilla" a la vista. Sonrió. Le fascinaba conocer lo que había detrás de la fachada de ambos. Sonrieron hacia su mesa y con una mirada ordenó que se acercarán. Ellos, educados como estaban, se acercaron a pesar de que él gozaba de "compañía".
Se pararon frente a él, mirándose las manos. Dos buenos alumnos, dos maestros. Todo tan extrañamente relacionado.
- Ma Petite ¿Como estás?
- Bien Sombra (sonrió al decir ese nombre). Solo vine a decir, que vuelo de aquí. Lejos, sin embargo mi alma recordará todo siempre.
- Lo sé, te intuí.
De pronto hizo algo que nunca se le hubiera ocurrido a ella. Se levanto imponente como siempre y la sumió en un abrazo cálido. Ella casi llora, pero se controló.
- Recuerden lo que aprendieron los dos. El control no es de débiles, ni ceder es debilidad. El equilibrio de ambos es un reto.
Asintieron sin decir palabra, se tomaron de la mano y se retiraron.
Sin sonreír los vio partir.
La maldición parece que terminó...