jueves, 31 de julio de 2014

Obituarios

Mort 1: El cuarto             

Camino de puntillas por toda esa oscuridad, para no despertar muertos al pasar. Llego a esa puerta y saco la llave sin prisa. Entro en silencio y cierro la puerta detrás. Prendo la luz de la mesa de noche... Ahí estás. Dormido, en paz, justo como te dejé cuando te quisiste ir sin mirar atrás.
Este rincón donde nadie llega, donde nadie te encuentra, donde solo yo puedo pasar es ideal. Un jardín no sería buen lugar, no podría verte descansar. La mejor decisión fue hacerte embalsamar.
N'est pas mon amour?

Mort 2: Opciones             

¿Y si pudieras regresar?
Lo siento, no quiero más. Esta vida ya no la quiero más. No tengo miedo a lo que vendrá... No, no, espera... Sí, quiero regresar. Para abrazarlo una vez más, decirle que es lo más grande de mi vida. Oler su olor, que es el mío. Mirar esos ojos que son los míos. Secar sus lágrimas, decirle que no esta solo. Que se tiene a si mismo y eso es más de lo que mucha gente tendrá. Decirle que el dolor menguará hasta que la lágrima se vuelva sonrisa al recordar. Que el amor no muere conmigo, que lo voy a extrañar. Después... me puedo marchar. Era solo recordarle que es el amor más grande y puro de mi vida, mi hijo.

Mort 3: El Profeta             

La vida reverdecerá, lluvia de vida vendrá... Y la humanidad... LA HUMANIDAD ACABARÁ...
Escuchaba el discurso de siempre del loco de la esquina. El pordiosero, el que no le queda razón, solo la vida y el mundo que anhela en la cabeza.
Pero tú... ¡Tú! Verás el final sentada en una colina, verás el mundo arder sin piedad y sobrevivirás.
La maldición que me llevó a la eternidad, la que me hace estar de pie observando el mundo acabar y escribiendo para ti. El que me leerá, el que me entenderá. Cualquiera que sobreviva a este despiadado final.

Mort 4: El terror                

Escuché las botas resonar al unísono; a la distancia. Un ritmo perfecto, atemorizante y a cada retumbar dábamos un paso atrás. Hasta que me detuve, me planté y no deje que el terror de mi imaginación me hiciera huir. No, me quedaría, veré mi final, estoica, fuerte. 
Parada, escuchando el terror que se acerca. El silencio que rodea todo, el resonar de las botas que vienen. Un simple cuchillo en mi mano y lo que veo a lo lejos me paraliza. El horror que llega no tiene nombre. Aferro mi cuchillo. Todos detrás me miran expectantes. Si me rindo, nadie sobrevivirá...


martes, 29 de julio de 2014

La Talibana ( @torturayampein )

Intro: 

Solo he sido la escriba de emociones, sensaciones y tal vez un sentimiento. He sido solo la que acomoda las palabras para hacer llegar esa brasa a un destinatario y comenzar un incendio. Solo he sido amiga de quien me ha pedido serlo. Esta historia no es mía, solo supe como escribirla.


La Talibana


Se admira en el espejo y la expectativa de ir a su encuentro, le llena la mirada de brillo. La llamada de dos palabras “Te espero”, provoca en su ropa interior una marca de humedad desde que ve el número parpadear en la pantalla. Todo incluye un poco más que pensamientos. La respiración se entrecorta, su lasciva mente brota y la comisura de los labios se tuerce en una sonrisa torva. El corazón desbocado anticipando el tormento que anhela su piel. Nada de amor, el corazón se agita de adrenalina, de toxinas, cero dulzura. Eso acá no entra. Sus recuerdos se abalanzan sobre ella como una tempestad que eriza su piel. Sus encuentros anteriores pasan por su mente como un tráiler de películas, con argumentos inciertos, llena de inseguridades, con la meta final de querer volver por más.

Tiene licencia de besarle como queriendo tragarlo entero. Silencio hasta llegar a ese rincón, que está adaptado para la batalla próxima a librar. El lugar pende entre lo humano y la oscuridad del placer doloroso. Una penumbra de suaves velas alumbrando lo necesario. Recorre la habitación con la vista, lo suficiente para saber dónde sucederán los mejores momentos. Látigo, fusta, cuerdas… Cada uno de ellos un placer intenso, distinto y un dolor particular y delicioso. Lo mejor de todo es la mirada de Él, la recorre, disfrutando mentalmente todo lo que ya ha planeado para ella. Toda variante que pueda surgir en este camino de fortaleza. Le sonríe mostrando todos los dientes, un lobo. Ella tiembla y entrecierra los ojos. Su piel sabe de memoria las duras marcas en sus hombros, en su culo.

Se acerca a ella, que sigue de pie cerca de la cama. Toma su cara con fuerza y la besa. Muerde su lengua y una descarga de electricidad la recorre y hace que gima. Lame sus labios y escucha:

Mi puta

Su puta, sí. Entregada a él, totalmente libre. Ella no decide nada.

Desvístete.

Con calma, como a Él le gusta. Se desprende de todo y se pone a sus pies. De pronto se pierde toda imagen. Puro poder sensorial. En ese oscuro silencio nunca se sabe que va a pasar. Porqué ese hombre tiene boca y manos de fuego. Queman hasta llegar a sus entrañas y las deshacen. Esas manos aprietan y estremecen, hasta pensar que va a desfallecer en ellas. Esa boca abre y cierra puertas que ni ella misma se conocía. Él la enloquece, la domina. Su sexo, demandante de urgente sosiego. Ella arde en el más excitante y desconocido de los infiernos que se pueden vivir.

La paciencia y el silencio se vuelven angustia en el cuerpo de ella. Hasta que una mano aprieta su carne, una boca succiona un pezón con fuerza, con dolor. La mano baja y pellizca ese clítoris anhelante, los dedos prueban la humedad y una risa grave de complacencia inunda sus oídos. Y así comienza todo. Vienen las cuerdas, que queman, rozan y aprietan. Lo huele ansioso de ella, pero controlado. Llegan las caricias en las nalgas con la suave punta de la fusta. Ella se endurece, suspira y sostiene la respiración, anticipando lo que viene. La fusta se estrella con fuerza en su carne suave. Una, dos, tres veces. Gime y se quita la camisa. La toma del cuello por detrás. “Mi puta” y baja la mano hasta ese clítoris hinchado mientras le corta la respiración. A su merced. El orgasmo está llegando y la crueldad de soltarla justo antes. Duele, arde, la ansiedad se vuelve angustia. El juego sigue. 

Ella vive loca por ese hombre que transforma un acto natural en algo animal, descontrolado, sobrenatural. Pronto todo va al ritmo de los gemidos, los fluidos corren. La cabalga demencialmente, la provoca hasta hacerla correr más veces de lo que puede soportar. La adrenalina y el corazón bombean con fuerza y el dolor no se siente, lo disfruta en deleite sensorial. Ambos ceden dementes ante la majestuosa demostración de poder, de fortaleza. La danza diabólica, el jinete de su propia destrucción aminora su paso y explota en ella. 

Los cuerpos exhaustos caen. La piel caliente, ardiendo todavía comienza a calmarse con agua. El cigarrillo trae más calma a las pieles. El verdadero dolor comienza. Sin toxinas, sin adrenalina y el desgaste. Dolor, placentero dolor. Todo comienza a volver a su lugar. Charla al azar, un beso suave y silente. Las miradas llenas de promesas de más.

Al final… No es un final. 

La ansiedad comienza una vez más

lunes, 28 de julio de 2014

La Despedida

Recién, cuando terminé de leerla, se me llenaron los sentidos de ella, de mi ciudad, que es suya porque ahí nació y yo la adopté como mía.
Se me llenó el corazón de tristeza cuando recordé esa calle donde los sábados la dejaba para verlo a él y yo... me iba desolado.
Se me llenó el olfato de amor cuando recuperé el perfume de ese fin de semana cuando pintamos su apartamento, con la gata espantada.
Se me llenó el paladar del aroma a cilantro y chile, del perfume a tortilla recién hecha; de cuando nos atragantábamos con tacos y cervezas. Salíamos plenos de felicidad caminando por nuestra colonia.
Se me llenó el tacto de ti, desnudándote delante de mi, aquella mañana debajo del marco de la puerta del pasillo frente al baño...
Tantos innumerables detalles mi amor, tantas imborrables imágenes, tan bonitas como inmensas las sensaciones que me producen.
Se me llenó de orgullo el ego, cuando en la cocina de nuestro piso (aunque siempre estuviste de visita viviendo conmigo), recostada sobre la lavadora desnuda y con una copa de vino en tu mano, me hiciste prometerte que cuando muriera, debían (desde algún sitio) llegarte un poco de mis cenizas.

Ahora te estoy leyendo, con la urna abrazada. Porque las cenizas de esa mujer maravillosa que amo siempre, eternamente, llegaron antes de que yo me fuera. Una amarga sonrisa cubre mi rostro, mientras ruedan mis lágrimas pensando que no la volvería a tener entre mis manos. Nadie osa interrumpirme en mi triste silencio. Mis hijas desaparecen de mi vista, no están más, no veo a nadie, yo estoy en nuestro apartamento de la Ciudad de México. Veo como sonríes al sol, mientras bebes el vino que te he servido y comes otra empanada de las muchas que hemos preparado. Mis nudillos están blancos de la fuerza con la que aprieto lo que sostengo entre ellas. No quiero ver tu urna porque se que te desvanecerías. Y todavía no estoy listo para dejarte ir.

Una empanada más, una copa más, un baile más y me tendrás que dejar marchar.

Te respondo que si y tu risa inunda mis oídos.

Solo una más y te vas

Respondo al tiempo que me paro para bailar contigo. Nadie se atreve a interrumpir nuestro último baile. La música suena y es esa triste canción de la película, de esa basada en aquel libro que amábamos. Ese libro que nos hizo llorar El amor en los tiempos del cólera. La canción adecuada a nuestro último momento "Despedida". Beso tus bellos ojos oscuros, hembra hermosa, musito. Sonríes triste, como siempre. 

No llores... (Limpias mis lágrimas)... Siempre te espere y no voy a dejar de hacerlo.

La música termina y me das un beso, con sabor a dulce vino. Comienzas a desvanecerte y veo como dices Yo regreso por ti.

Cada día al dormir espero por ti.
Cada día al despertar espero verte a mi lado dándome la espalda para comenzar a acariciarla.
Cada día lo sobrellevo para poder escuchar al fin...

Despierta, he llegado por ti, es hora de partir junto a mi.



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Anuncio. "Te pienso"                              


Pienso en ti melancólico y apagado, pensativo, recordando lo vivido. Pienso en ti, en la ternura con que te rindes en mis brazos y derrumbas esas lágrimas de hartazgo. Tus resquicios bien marcados de desdicha cíclica, que nadie rompe, que nadie toca, que nadie entiende. Tus huidas para luchar batallas, tus huidas que lastiman porqué nadie las libra por ti. Tus ausencias bien conocidas por mi. Y lejos, muy lejos, sigo siendo para ti el cable a tierra que no te permite perderte de volver a vivir.


Anuncio. "Guardar"                                 


De ti guardo sonrisas perpetuas.
De ti guardo caminatas como "Flâneur".
De ti guardo noches y vino, humo y pecados.
De ti guardo romance y sexo, orgasmos y suspiros.
De ti guardo empanadas y tardes de domingos.
De ti guardo felicidad con lágrimas saladas.


Anuncio. "Leftovers"                               

Somos las desdichas de los rencores que deja la vida.
Somos el lastre de los que no saben soltarte
Somos el grito de la penumbra de la envidia.
Somos la sombra de los recuerdos guardados en un cuarto oscuro.
Somos el sadismo de los que insisten en recordarnos cuando eramos buenos.
Somos los muertos de los que sonríen a la vida.

martes, 15 de julio de 2014

Tu nombre

No importa tu falta de respeto, tu osadía al pisotear la tierra donde vivo, convivo y camino. No importa, no...
Mi paciencia es infinita, eterna y no me alteran tus insultos, tus desprecios. No, no me afectan...

Tu supuesta indiferencia hacia mi, afectan solo a los que verdad se lamentan conmigo, con mi presencia. Los insultas a ellos, mis queridos...
Su sufrimiento trastocado por tus invasiones, por tus risas irrespetuosas, por tus pies caminando sobre ellos, por la irrupción de la paz que reina en nosotros.

Tus lágrimas alcoholizadas son ego derramado, y tapamos nuestros oídos al escucharlas caer. Son terremotos y no te condueles de nosotros.
Guarda silencio, nos perturban tus gritos de supuesta alegría.

"¡Qué divertido!" Dices a tus amigos, sonríes y cuentas anécdotas. Inventas sucesos extraños que denotan tu supuesta valentía...
Pero el día que uno de mis cancerberos salga a tu encuentro, rogarás de rodillas por tu vida. Cuando gruñan a milímetros de tu oído, veré con una sonrisa como te meas encima. Tu humillación hará mi día.

Sigue burlándote de mi, querido, tranquilo, no llevo prisa. 
Un día me acercaré a ti y soplaré en tu nuca y me verás por unos segundos. Segundos tan eternos que sufrirás por todas tus faltas de respeto. No diré nada, solo seré la silente sonrisa que te recuerda cada insulto que en contra mía proferiste. Cada burla, cada profanación de mis lugares de paz. Y te dejaré ir; porqué todavía no es tu tiempo de partir. 
Cuando me vuelvas a ver te sabrás comportar.

Tu nombre está en mi lista, todos los nombres lo están...

Descansa...
Pronto puede ser en Paz.


viernes, 4 de julio de 2014

Cura

Mi cura a tus besos
Mi cura a tus caricias
Mi cura a cada sonrisa 
Mi cura... es la misma herida.
La misma fuente de dulzura.

Es mantener guardado ese campo
Esa frescura y verdor 
que pisabas,
que disfrutabas.

Es sacar mi fragante desierto
ponerlo en tus manos, 
que quema de tan desolado,
que hiela de noche 
que no cautiva demasiado

Te gusta lo frágil
que hay que cuidar.
Soy frágil y me cuido.
Caigo y es una herida más.
Sola me puedo remendar,
y la frente del suelo despegar.

jueves, 3 de julio de 2014

Petons

Bisou 1                                                  

Un refugio que se vuelva hogar.
Un hogar que se mantenga tibio.
Tibio de caricias y miradas,
de sonrisas y palabras.

Un columpio que cause emociones cautivas,
Reírse con su risa, 
morirse en sus lágrimas.
Ahogarnos y surgir de nuevo,
juntos y enteros.

Bisou 2                                                  

Suspiros clandestinos cuando desvías la mirada.
Sonrisa melancólicas cuando intentas hacerme reír.
Miradas de soslayo y busco unos ojos extraños.

Ojos que me ayuden a sobrevivir,
que me rescaten de hundirme.
Tabla de salvación flotando,
Esos ojos azules en los que nado
en los que floto y no me caigo.

Bisou 3                                                  

Saberme de memoria las piezas
armarte de nuevo con osadía,
con amor, besos y caricias,
pegando piezas, secando lágrimas.
Besando los morados que deja la vida.

Lijar las piezas embonadas,
poner una capa de brillante laca,
admirar el trabajo,
ver nuevamente tu sonrisa.

¡Quelle merveilleux!
Conocerte tan bien.

miércoles, 2 de julio de 2014

Sumiso

Permite que me acerque sonriente, feliz de estar junto a ti.
Deja que me siente a tu lado y tome tu mano.
Tu mirada se hunde en mi, expectante, anhelante de hacerme reír.
No hay mucho por hacer, te doblegas ante mi.
Tomas mi mano y la besas despacio, recorriendo mi escote y saboreando la piel.
Latidos acelerados liberan la adicción de tu boca.
No te levantes, continúa postrado a mis pies.
Relájate, voy a liberarte atando tus manos, cegando tus ojos y susurrando le delicia que encierra el dolor.
Recuerda quien es el juguete aquí, no empieces juegos que no puedes seguir.
No olvides, estás aquí por tu voluntad de sentir.
Ven cariño, besa otra vez mi mano.
Cegado te voy a guiar, te voy a enseñar a disfrutarnos, antes de empezar a gritar.
Desprendamos las prendas, una a una, cadencioso silencio.
No suspires tan fuerte que el dolor puede subir de intensidad.
Silencio, pronto vamos a llegar a ese desierto que no tiene piedad.
Tranquilo, no te voy a lastimar, fortaleza y control.
Paciencia, lo vas a disfrutar más allá de lo que puedes imaginar.
No busques lo que no puedes aceptar. 
No busques dolor por jugar que lo puedes encontrar y eso se trata con seriedad.
Disfruta todo lo que puedas, lo interesante es que no vas a querer salir de acá.
Cariño, esto que buscas es para soltarte sin pensar, para no tener el control.
Para postrarte y devorar cada sensación de libertad que te doy.
Cada punzada hace que exijas más y tu complaciente actitud te debe dar más.
Pórtate bien, que todo esto puede mejorar.
Lágrimas y me harás sonreír indefinidamente.
Agonía y no sabrás que feliz me pondrás.
Bésame, tienes permiso de morder mi boca y lamer mi sexo.
Vamos querido sumiso, hazme suspirar, vibrar, mojar y gemir, tu boca va recibir mi dulce libertad.

martes, 1 de julio de 2014

Paz

- Buen día.

Escuchas una voz suave y dulce que te habla. Estas tirado en el piso, no enfocas correctamente y una especie de luz no te deja ver bien. Distingues a contra luz una silueta. Mujer, estas seguro. No respondes, tienes miedo.

- El miedo no ayuda, entorpece algo que es muy sencillo.

Te preguntas si se nota tu miedo, piensas pero no recuerdas que hacer y donde estás. Te sientas pareciera que no puedes hacer más.

- Ahora quiero que se calme y no piense demasiado. Tomaré su mano y debe guardar silencio.

Se pone en cuclillas y toma tu mano. Sientes un frío que cala. Miras su mano y atrapa la tuya con las dos. Tratas de retirarla; ahora quema. No puedes zafar y abres la boca para gritar.

- Por favor Señor, no grite. Esto solo durará un momento. Necesito la información que usted contiene, para saber como proceder.

Cierras la boca, aprietas los dientes y los parpados se cierran dolorosamente sobre tus ojos. Ese fuego recorre tu cuerpo y duele. Aguantas, estoico.

- Gracias. Tengo lo necesario para proceder. Le pido paciencia ya que lo que voy a explicar requiere de que usted este tranquilo.

Le miras la boca. No entiendes como es que habla o la escuchas sin que ella articule las palabras. Asientes con la cabeza, ella toma tu mano nuevamente y la otra la apoya contra tu corazón.

- Usted ha muerto, le pido deje las preguntas al final.

¿Muerto? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Quien es ella? ¿Porqué? Cuando comienzas a pensar un grito pugna por salir de tu cuerpo. Y un dedo se posa en tus labios.

- No grite, ni se pierda en histeria, por favor.

Histeria... Muerto... No pensar...

- Muy bien, ahora, como decía. Usted ha muerto. Tiene que aceptarlo, ya que su información indica que no tiene opción de retornar. Mi trabajo consiste en que una vez aceptado el hecho, lo lleve a la siguiente decisión de su vida... Sí, si me ve es porque esto sigue sin su cuerpo. La siguiente decisión define solamente el camino a seguir, nada tiene que ver conmigo. 
¿Ha entendido?

Asientes con la cabeza y de pronto recuperas el habla.

- Sí.
- Muy bien. Continuemos. Camine conmigo y le advierto, no debe huir o soltar mi mano. Puede perderse y nadie lo va a buscar. Ya debe hacerse responsable de la consecuencia de sus actos.
- Entendí... ¿Cómo morí?
- En cuanto comencemos el recorrido usted verá los momentos más trascendentes en su vida, incluyendo su muerte.
- De acuerdo
- ¿Otra pregunta?
- ¿Me puede abrazar por favor?

Miras su sorpresa, su duda. Como si fuera la primera ocasión que alguien le pide eso. Te mira profundo y aunque sus ojos son negros ves algo en ellos. Un brillo, un sentimiento y sin decir nada te abraza. Y tú, te dejas abrazar y suspiras primero. Hueles después, hundido en su cuello. Respiras olores... Tierra, sol, pasto recién cortado, lluvia, dolor, tristeza, sal, humedad... muerte. Comienzas a sollozar, primero suave, después más fuerte y finalmente te derrumbas ante tanto dolor. Es el dolor de ella. El que ha visto y el que alguna vez vivió. Lloras por ella, con ella.

- Señor, es mi trabajo. Lo acepté. Gracias por sus lágrimas, yo no tengo, me las quitaron.
- Quisiera ayudarla.
- No puede.
- Quedarme a hacerle compañía.
- No debe.
- ¿Podré verla nuevamente?
- Señor estamos solo para la transición de su vida. No sé como responder a eso.
- De acuerdo.

Secas tus lágrimas y sigues tomado de su mano. El camino comienza y solo quieres llegar al final. Quieres pedir que te permitan quedarte a su lado. Con ella.

- Me siento en paz a su lado...