lunes, 6 de julio de 2015

Ella, Sabina y yo

Dentro del contexto de esta fascinante locura llamada; dejémoslo en Ella,
sería el hombre más feliz si pudiera, todo el día,
dedicarme a acariciarte a besarte, a acompañarte;
con el temor de aburrirte,
con la ilusión de reconquistarte...
todos los días tienen ese instante
en que me jugaría la primavera por tenerte delante
incluso en estos tiempos de aprender a vivir sin esperarte.

En esta novena mañana; de este septiembre gris,
de este segundo año del siglo en el que vamos a morir;
se me ocurrió dejar de trabajar de lo que vivo
y trabajar por lo que vivo,
que sos vos,
mi tierna muñeca de esencia mexicana,
de sangre latina, de carne divina,
de ardor, de pasión, de ojos café.
tus labios son el fuego por duplicado,
tu cuello es una rama para colgarse,
tu mente un crucigrama sin terminar.

Muchas veces te he pensado, de muchas formas.
Hoy, con tu buen día de esta mañana, con tu abrazo inolvidable
y con el hermoso regalo de tus lágrimas;
leí el insostenible cansancio de mantener situaciones que ya no te interesan.
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Podría, mi bella nena, describirte peldaño a peldaño,
la escalera que diseñaste para llegarme al corazón;
sin ir más lejos, tus ganas de cerrar el sábado conmigo, con lo que te cuesta.
porque voy a salir esta noche contigo
se quedaron sin coartada los criminales
y serás mi invitada en paraísos artificiales.

Podría, hermosa, desarrollarte mis imaginarias y absurdas teorías
para no tratar de enamorarme, no como estoy, que es impensadamente inmenso;
sino de la forma miserable que creí poder hacerlo.
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Para que encargarme de describirte o describirme,
para que entrar en absurdo literario de explicar
lo que ocurre con los sentidos cuando son monoplizados,
cuando el recuerdo se confunde con el ahora,
cuando te extraño cuando te tengo,
porque sé que no te vas a quedar conmigo.
trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse
tu olvido es un descuido de mi pasión.

Cómo deseo una mañana, si no es domingo.
Cómo disfruto un sábado, no por la tarde
y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

No sé si alguna vez te dije que cinco minutos tuyos,
son trescientas pequeñas posibilidades de disfrutarte.
que poco rato dura la vida eterna,
por el túnel de tus piernas,
y que una hora de tu vida es un inmenso espacio,
hasta para amarte.
si soñé o era suya la ardiente voz que iba diciendo al oído
me moría de ganas querido de verte otra vez

No sé si alguna vez te conté, la plenitud de sentirte,
al darte la mano, al acariciarte,
que sienta tu hermosa costumbre de enredar tu pierna con la mía,
la especial sensación al rozarte de espalda, de besarte el cuello.
Ahora que tengo el alma que no tenía.
Ahora que suenan palmas por alegrías ahora que, sin saber,
hemos sabido querernos, como es debido, sin querernos todavía.
Ahora que, casi siempre tengo ganas de trepar a tu ventana y quitarme el antifaz.

Será la única vez, que para escribirte dejo participar a otro,
simplemente porque él, es de confianza, y sin saberlo,
es uno de los pocos que comparte nuestra intimidad.
Soy esa absurda epidemia que sufren la aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes donde estoy.