miércoles, 30 de septiembre de 2015

Memorándum

Avísame cuando duela tanto que no puedas más seguir así. Que las palabras que te escribo aprieten tu garganta, piquen tus ojos y se claven en el corazón. Esas palabras que duelen de lejanía pero que no te imaginas sin ellas en tu vida. Que el anhelo por una carta duela tanto que asfixie y te deje al borde del llanto. Cuando suene el mensaje que recién llega a tu buzón empolvado, haga que dudes de abrirlo por temor a leer las palabras que nadie quiere oir en su vida, mucho menos leer. Que disipes la bruma del miedo por saber que no te escribiría algo que debes oir. Leeras nuevamente las andanzas sin chiste que te comparto solo por hacerte presente aún en mi vida. Que respiras cuando al final aún escriba que te extraño; sobre todo a tus manos que me conocen profundo. Y lograré que te rías nuevamente recordando nuestras noches de masaje con sexo incluido. O te haré el chiste de que he salido con las gemelas y les he presentado al Capitán América; que ahora él se hace cargo de ellas. Porque ¡pobres! Sufren mucho sin tí. Cuando sabrás qué la que realmente sufre soy yo sin tu presencia. Y aunque rías sabes que esto no puede serguir así. Que te duela tanto saberme igual de triste que tú porque estamos separados y nos sentimos ultrajados por las decisiones que hemos tomado. Porque somos fuertes y aceptamos la consecuencias de las elecciones de vida. Aunque sabemos  que tal vez encontraremos con quien compartir el tiempo solitario que pasamos entre viajes, vuelos y vida; sabemos bien que no podremos olvidarnos. Porque lo nuestro ha sido consensuado, pactado con lágrimas por tinta y besos por firma. Y ambos tenemos miedo de cruzar el puente que nos lleve al otro lado de una vida juntos porque creemos que nuestras vidas no compaginan lo suficiente para ser del diario.
Dime amor cuando un te extraño duela tanto, lastime, desgarre, hiera y saque lágrimas. ¡Dímelo! Para saber que es el momento de poner toda la tierra que ya hay de por medio y dejar que sanen los corazones y el cerebro; que aún se sienten unidos por unas cuantas palabras que de vez en cuando te escribo.

lunes, 6 de julio de 2015

Ella, Sabina y yo

Dentro del contexto de esta fascinante locura llamada; dejémoslo en Ella,
sería el hombre más feliz si pudiera, todo el día,
dedicarme a acariciarte a besarte, a acompañarte;
con el temor de aburrirte,
con la ilusión de reconquistarte...
todos los días tienen ese instante
en que me jugaría la primavera por tenerte delante
incluso en estos tiempos de aprender a vivir sin esperarte.

En esta novena mañana; de este septiembre gris,
de este segundo año del siglo en el que vamos a morir;
se me ocurrió dejar de trabajar de lo que vivo
y trabajar por lo que vivo,
que sos vos,
mi tierna muñeca de esencia mexicana,
de sangre latina, de carne divina,
de ardor, de pasión, de ojos café.
tus labios son el fuego por duplicado,
tu cuello es una rama para colgarse,
tu mente un crucigrama sin terminar.

Muchas veces te he pensado, de muchas formas.
Hoy, con tu buen día de esta mañana, con tu abrazo inolvidable
y con el hermoso regalo de tus lágrimas;
leí el insostenible cansancio de mantener situaciones que ya no te interesan.
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Podría, mi bella nena, describirte peldaño a peldaño,
la escalera que diseñaste para llegarme al corazón;
sin ir más lejos, tus ganas de cerrar el sábado conmigo, con lo que te cuesta.
porque voy a salir esta noche contigo
se quedaron sin coartada los criminales
y serás mi invitada en paraísos artificiales.

Podría, hermosa, desarrollarte mis imaginarias y absurdas teorías
para no tratar de enamorarme, no como estoy, que es impensadamente inmenso;
sino de la forma miserable que creí poder hacerlo.
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Para que encargarme de describirte o describirme,
para que entrar en absurdo literario de explicar
lo que ocurre con los sentidos cuando son monoplizados,
cuando el recuerdo se confunde con el ahora,
cuando te extraño cuando te tengo,
porque sé que no te vas a quedar conmigo.
trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse
tu olvido es un descuido de mi pasión.

Cómo deseo una mañana, si no es domingo.
Cómo disfruto un sábado, no por la tarde
y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

No sé si alguna vez te dije que cinco minutos tuyos,
son trescientas pequeñas posibilidades de disfrutarte.
que poco rato dura la vida eterna,
por el túnel de tus piernas,
y que una hora de tu vida es un inmenso espacio,
hasta para amarte.
si soñé o era suya la ardiente voz que iba diciendo al oído
me moría de ganas querido de verte otra vez

No sé si alguna vez te conté, la plenitud de sentirte,
al darte la mano, al acariciarte,
que sienta tu hermosa costumbre de enredar tu pierna con la mía,
la especial sensación al rozarte de espalda, de besarte el cuello.
Ahora que tengo el alma que no tenía.
Ahora que suenan palmas por alegrías ahora que, sin saber,
hemos sabido querernos, como es debido, sin querernos todavía.
Ahora que, casi siempre tengo ganas de trepar a tu ventana y quitarme el antifaz.

Será la única vez, que para escribirte dejo participar a otro,
simplemente porque él, es de confianza, y sin saberlo,
es uno de los pocos que comparte nuestra intimidad.
Soy esa absurda epidemia que sufren la aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes donde estoy.




lunes, 1 de junio de 2015

Perdida

Sentado en el autobús, miro con tristeza mi huída, como rata que huye de barco hundiéndose.  Yo me di por vencido, buscarte todos los días con la mirada, con las palabras, con los recuerdos y las caricias. Tú gritabas, desaforada, perdida. Te contaba los cuentos que inventaba y eso te calmaba. Hasta que cada vez era más difícil volver a encontrarte. Donde los cuentos tenían que ser cada vez más escabrosos para que tu aparecieras. Entiendo la fortaleza de los que aman y la depresiva mirada de los vencidos. Y yo tenía ambas. Todas esas pastillas sin funcionar. Todas esas pesadillas que gritaban tus ojos.  "Monstruo", gritabas. Sin saber que tú, poco a poco, te volvías uno. La almohada sobre el rostro, la asfixia con tus manos, el cuchillo en mi brazo, el veneno en la comida. Etapas avanzadas de tu desesperación. Hoy fue el final para mi. Desaparecer de noche para tenderme una trampa en un callejón oscuro de esta ciudad, para acercarme a ver que estabas devorando la carne de un hombre al que habías asesinado. Que miraras mis ojos y dijeras: "este eres tú, amor". Tu risa acuosa llenando mis oídos y mis ojos. La sangre corriendo entre tus dedos; y a pesar de todo me acerqué. Te puse la gabardina, levantandote poco a poco. Te dejaste guiar perdida y en casa te bañé y acicalé. Puse tus pastillas en el agua, en la sopa caliente, en el pan. En el último bocado estabas somnolienta a punto de caer. Sostuve tu té de menta y te vi desaparecer.
 
La lluvia tiene esa fría manera de atenazar mi corazón. Distingo una pareja y un paraguas a través del cristal empañado y el corazón me brinca de dolor. Me pregunto si te habrán encontrado ya.

martes, 26 de mayo de 2015

El Tablón de Fresno: El invernadero

El Tablón de Fresno: El invernadero: El abuelo Marcos, hizo construir el invernadero de cristal que hay junto a la linde trasera, de la casa grande en Antioquia, justo después...

Del mar al bosque y viceversa

Cada ola que rompe es un rugido que reclama tu presencia. En esta tormenta de soledad sin tus palabras, cada brisa que salpica mi cara con agua salada, es un grito de agonía por escuchar nuevamente el susurro de tu voz formando mi nombre entre suspiros. Te extraño por la fuerza de la costumbre de tocar el lado derecho de mi cama, ahora vacío y frío. Me mudo a un bosque y la lluvia cantarina forma tu nombre. Los murmullos de los árboles mencionan tu ausencia reflejada en mi andar solitario por veredas desconocidas. Los aullidos a la luna me acompañan en el llanto que derramo en agonía. El fuego de una hoguera solo me recuerda como arde mi cuerpo por la costumbre ausente de tocar tu piel combinando con la mía.
Lo quise intentar amor mío, sobrevivir a tu partida. Me siento como un cuerpo amputado que aún no entiende lo que le ha pasado. Suicidio se pasa por mi cabeza y no me da la razón para arrancar mi vida de esta tierra sin escuchar tu voz diciendome "¡Qué cobardía!". Noches de tentación en las que deseo salir corriendo desnuda como carnada viva para ser arrasada por una manada de dientes y ojos amarillos escrutando mi mirada cada vez más próxima a apagarse. Grito a la orilla del lago tu nombre esperando que mágicamente llegues por mi espalda apaciguando este dolor que no quiere salir como espina en la garganta.
Se me han agotado las lágrimas y las ganas de seguir con vida. Los lobos han pasado de largo de mi cuerpo desnudo tirado en el bosque. Han olisqueado mi cabello y lamido mis manos. Han regresado para dormir a mi lado dándome el calor que necesito para sobrevivir la noche con lluvia y sin estrellas.
Me he levantado con un rayo de sol que se filtró entre el follaje para caer en mis ojos agotados de llanto. Escucho el murmullo del bosque y pienso en la brisa marina que dejé atrás por evitar seguir enojada con ese mar que te ha arrebatado de mi vida.
No volveras amor, lo entiendo bien. Es solo que la vida humana sin tí no me causa admiración ni ganas de seguir. Deseo volverme parte de este mundo donde el agua es dulce, los pájaros cantan y los animales saben a donde pertenecen. Quiero esta vida rodeada de pelajes y aullidos. Que corren como uno solo y me abrazan como una más de sus hermanas. Tan sola me siento que ellos entienden el dolor que atenaza mi mente. Tan compasivos han sido que me han dejado una presa a mis pies para mantener con vida esto que huelen en mi.
Cada vez entiendo menos quién soy o qué. Cada vez deseo menos humanidad y perderme en instinto animal. Quisiera convertirme en uno de ellos y así olvidar mi dolor y fundirme en su pensamiento de manada unificada.
Amor mío... Sueño contigo y tu voz llegá en un murmullo diciéndome "inténtalo nuevamente". Así que mi vida en el bosque regresa a desafiar a ese mar que me espera y te usa como carnada para unirme con él. Para ser su luna y flotar sobre sus aguas mansas de mar adentro. Vuelvo para decirle, no regreso jamás contigo. Por tí amor mío seré valiente y fuerte, solo una vez más.

sábado, 16 de mayo de 2015

¿Recordarás?

¿Recordarás mi nombre? Más allá de mis ojos, de la sonrisa o las lágrimas que he derramado ante tu dulce mirar. ¿Recordarás mi risa? Más allá de todas las palabras susurradas, de los suspiros y las frases prestadas, robadas o compuestas solo para ti. 
¿Recordarás con una sonrisa? Los muchos silencios que en compañía sostuvimos, los largos sueños lado a lado, mientras tu mente en blanco dormía y yo soñaba con viajes, vuelos y caídas. Recordarás que existí en algún momento atribulado de tu vida dónde ambos fuímos remanso de paz para el otro. Dondé eramos complemento de soledad, donde la complicidad era tácito acuerdo, donde sabíamos que al final siempre hay una manera de seguir juntos sin sufrir de más. Recordarás algún detalle insignificate, que te traiga un caudal de memorias que te llevarán de paseo por las emociones; instalándose finalmente en esos ojos que adoro y soltarán las lágrimas que tal vez no podrás retener más. Me recordarás con saudade sin extrañarme; porqué la vida que vivimos juntos ha sido placentera y aunque la perfección no era nuestro mejor tema hemos sido perfectos el uno para el otro. Me recordarás en los diversos ratos a solas mirando al mar como lame la orilla de la playa pensando que tal vez sea yo la que se acerca a acariciar tus pies con manos frías y saladas. 
O tal vez solo seré un recuerdo grato de un tiempo donde la vida parecía más difícil de lo que era en realidad. Quiza solo sea una memoria perdida que se acerca en los últimos momentos de tu vida y en el susurro de expirar digas mi nombre porque te lo he dicho en el oído antes de marchar.

jueves, 16 de abril de 2015

Ganas

Ganas de besarte despacio, de acariciar la constelación de lunares y pecas en tu espalda, de meter mis dedos entre el vello de tu pecho. De meterme en el recoveco de tu cuello y respirarte cerca del oído, mientras rozo con mis labios el lóbulo carnoso con un te quiero entre dientes. De meter mis manos entre tu ropa interior; si es que todavía la llevas; y deslizar mis dedos entre tus piernas. Sentir la humedad que generas y escuchar los suspiros que compiten con tus manos. De bajar despacio a besos por tu cuerpo y prender mi boca en la punta de tu miembro. De escucharte gemir y sentirte apretar mi cuerpo. De ser la desesperación que te consume por querer entrar en mi cuerpo, como íncubo que se alimenta de la energía que da el sexo. De permitir que tu ansiedad compita con la mía por tenerte dentro. De que las ganas las tengamos juntos en la cama.


martes, 14 de abril de 2015

Morada

Flores en la tumba. Flores secas y marchitas. La escoba barriendo las hojas caídas del árbol que da sombra a mi guarida. Mi guarida, morada de otros ya idos mucho tiempo atrás. No olvidados, su recuerdo permanece en la que visita este lugar. Y digo mi guarida porque lo usurpé. Los huesos los guardé en un rincón, limpios, ordenados; son el dueño original. Me da un poco de pena invadir su hogar, pero es cómodo, aislado de los demás. Este lugar es especial; no sé si es por los inquilinos que en vida fueran extraños. Extraños por poder ver sin ese velo que cubre la mente de la mayoría de los vivos.
 
A ella; esa que los visita; la huelo, es limpia y mayor. Rehuye su arte, la niega pero la fuerza la utiliza en alguna ocasión... lo que yo le enseñaría. Cada semana llora un poco, a solas. Cuenta lo bueno, lo malo y lo peor. Escucho y sus lágrimas caen y alimentan la tierra con su pesar. A veces escucho las risas del pequeño en el aire. Algunas veces siento a las otras dos, las hermanas. La trilogía que hacen, como Moiras, Nornas o Parcas. Como quieran llamarlas. Extraño la fuerza de una de ellas, la que me hizo ésto, la que me dejó en cenizas. La que incendió todo conmigo adentro. No tengo hogar y necesito uno, necesito alimento.
 
Todo queda en silencio en mi morada. Se enfría, dormito y guardo el poco alimento que me ha proporcionado esa rara familia; sin pensarlo o sentirlo siquiera. Sueño; a la luz de la luna y los gatos maullando, cazando; sueño. Sueño que habito en ella, la que casi no visita estos lares. La sueño durmiendo sola en esa cama nivea, amplia. Me paro a su lado y retiro los rizos que caen sobre su cara. Acaricio su mejilla y su olor me guía. Me meto entre las sábanas y tomo sus manos entre las mías. Observo su rostro apacible y pienso en lo mucho que ha crecido desde la última vez que cohabitamos. Beso la punta de sus nudillos y su sabor me embriaga, tanto que me dan ganas de mordisquear suave sus manos. Extasiado, sin percatarme, comienzo a hacerlo y se va despertando. Gira la cabeza en duermevela a mirar un crucifijo. Él. Lo miro y pienso en la falsedad de los ídolos, en la esperanza humana fallida. Se despierta de golpe mientras yo sigo mordiendo. Sonrío y pienso que por fin me ha visto. Susurro en su oído - Te extrañé vida -. Pero ella grita; no me ha reconocido. Arranca sus manos de las mías y corre escaleras arriba. La sigo y ella horrorizada me observa. Me esfumo.
 
Despierto entre raíces y el rocío de la mañana; agotado. Me doy cuenta que he viajado a su hogar. No puedo describir la emoción de saberme unido a ella, la sensación de tener nuevamente su vida a mi lado.
Insisto; te extraño fuente de vida. Para este ente que te ama eres alegría para la soledad. Quiero estar en cada momento de tu andar.
Vida, te espero acá. Acércate sin dudar, un poco más. En tu espalda me llevaras de polizonte, de incógnito, de pasajero, de íncubo. Ven hija de ángel caído te han prometido mía por una eternidad.
 
 

lunes, 13 de abril de 2015

El mar

Descarga su furia en azotes constantes sin ser peligrosos. Tiemblan los presentes entre risas, nervios y osadía. La furia espumea dejando caricias divertidas, frías; sobre la piel tostada al sol. Se calmaba para seducir a los osados que miraban. Le gusta devorar hombres pendencieros y sin respeto. Ese mar calmo acepta desafíos. Atraído por esa silenciosa invitación, el endeble humano acepta. Sonriente se acerca a la orilla del arrecife, mirando la calma de esa fuerza mortal, pensando que la ola que viene será como las demás. Ante la incrédula mirada de asombro y maravilla; la ola crece dos metros más de lo normal. Como boca gigantezca de un monstruo salido de las profundidades del mar; se cierne sobre el valiente y cierra su boca, mastica y engulle. Arrastra al fondo de su estómago el cuerpo roto, sin vida y flácido del que pensó salir victorioso. Y así querido público, el mar se traga una vida.
 
 

lunes, 23 de marzo de 2015

Sigilo

Cuando cae la lluvia me imagino un mundo repleto de ausencias. En silencio y vacíos. Con sigilos cómodos, fríos. Me inunda la frescura del agua y su brisa. Pienso en la vida ajena a la humana. La plantas invadiendo el mundo conquistado por concreto, recuperando terreno centímetro a centímetro. Los animales gozando de la paz del mundo. Los fantasmas callados, ya no hay vidas que atormenten su muerte. Los pecados olvidados y el verdadero amor poblando el mundo. La armonía de la lluvia que trae vida y destruye venenos. 

jueves, 19 de marzo de 2015

Paisaje

Este mar que no es de ninguno, en esa playa que me observa. Ahí, en el borde de la soledad donde me encierro; ese lugar que solo yo imagino. En el cuál yo dibujo mi destino; en un principio sola, con alguna visita que se cuela por los pliegues de la memoria. Para finalmente encontrarte admirando las estrellas de ese cielo sin luna. Me extraña verte ahí parado invadiendo mi espacio y por un momento egoísta pienso que esta playa es mía. Que el mar debería repudiarte y que las estrellas deberían apagarse ante tu asombrada mirada. Después más tranquila, en silencio y apartándome un poco de ese camino que llevo sola; me acerco. Y te he soñado nadando conmigo en ese mar que cuando nos siente rozarlo; apacigua su furia y nos deja flotar a la deriva. No es ilusión, esperanza o anhelo. Es solo admirar la coincidencia de que este paisaje tan mío, te haya agradado; tanto como para proyectarte en él. 
Hoy ya no escribo de ese lugar sin pensar que tal vez estás ahí caminando, fascinado con la soledad llena de paz que hay.

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Recuerdas?

¿Recuerdas esos te quiero susurrados en el oído? A penas audibles, como primer hervor de la mañana. 
¿Recuerdas como tu espalda se arqueaba? Para recibir la primera caricia del día. El primer beso en la nuca. Con suaves dedos recorría su longitud hasta llegar a la base de la misma y acariciaba la redondez de tu suave culo. Olía tu piel y olía a dulce, olías a mis besos. El olor de mis sábanas impregnado en tu cabello. Olías a mi sexo que una vez más ansiaba batallas. Sentía el etéreo sueño irse poco a poco y darle paso a los sonidos mullidos de las sábanas. 
¿Recuerdas todo eso? 
Recuerdo la ansiedad de poseerte, no querer que te marcharas. Recuerdo la lucha de soltarte con una sonrisa y ocupar mi soledad en otras cosas. Esperaba tu regreso con anhelo inconsciente. Disfrazado de paseos, cafés y trabajo. Ejercicio, caminatas y cine. Con amigos y uno que otro flirteo. Con el oleaje distante, entre graznidos de gaviotas y en otras ocasiones de cuervos. De pronto llegabas, yo subiendo escaleras y tu sentada en los últimos peldaños de mi rellano. Me percataba de lo mucha falta que me hacías.

El día que te dije que me iba; me pareciste fría, desinteresada y no caí en cuenta que solo era una fachada. Ese día al despedirte me dí cuenta que te desmoronabas; conteniendo lágrimas y un sollozo ahogado dijiste que no me marchara, que esperara solo un par de días.

Los días se volvieron semanas y luego meses. Mi corazón frío, dolido y mi ego retorcido te detestaban. Pero mi memoria te acariciaba, mi piel te mimaba. De mis largos andares por la ciudad; triste y enojado; llegué sin darme cuenta al cementerio que tan bien conocías. Que tanto te gustaba por los muchos años de tener que visitarlo de la mano de tu madre. Y ahí al darme vuelta leí tu nombre en un sepulcro frío, gris y triste. Abandonado y sin flores donde abajo de tu nombre una sola frase se leía:

No me visites más de la cuenta, que ya estoy muerta.


martes, 10 de febrero de 2015

14 de Febrero

Amor; o tal vez no debería llamarte así. Tal vez debería dejarte ir. Tal vez no eres para mí. Generalmente no pido, exijo o ruego porque permanezcan a mi lado. Generalmente me gusta observar la naturaleza de la relación y disfrutar el desarrollo de la misma. Generalmente me apaciguan los momentos indiferentes. Aquellos en los que duermes, comes o tomas agua. Cuando estás triste me pone los nervios de punta. Y trato de hacer algo especial por ti. Tal vez hoy que es 14 de febrero, el que nunca celebro, junto a ti sea inolvidable. Tal vez hoy sea un buen día para llegar a un buen fin; tal vez sea apropiado dejar este día apartado para terminar por fin esta relación "mal sana", como tú le llamas. Donde gobiernan tu ego desmedido y tu lejanía cada vez más palpable. Me has dicho que esto es enfermo, que sería mejor morir antes de seguir en este tormento. ¿Porqué no puedes ver la dicha que te rodea? Estoy entregada a ti, a complacer tus deseos, tus anhelos; y tú solo piensas en partir. Esto no debe seguir así. Mejoramos como pareja o mejor matamos la relación de tajo; que sangre, se desangre y agonice hasta que quede fría y por fin; el tiempo, la naturaleza y la vida destruyan el cascarón de la esencia de esta relación. No; querido mío; no. No tiembles todavía al leer esto, es solo una posibilidad que acabo de pensar. No me he decidido aún a dejar esto por fin. Mi amor hacia ti, es más que algo experimental. Más que un sótano frío, húmedo y lleno de esqueletos de vidas pasadas; de amores que dejaron de luchar. Tú eres un gran guerrero. La fortaleza de tus manos cuando han intentado asfixiarme mientras te monto excitada con el olor de tu sangre; y tu bondad infinita al dejarme vivir porque no puedes dañar a un ser humano, ni siquiera a mí.
Tal vez sí debería llamarte así, amor MÍO. Esta noche he cocinado y me he vestido solo para ti. Esta noche las cadenas se trasladan a mi cama y los azotes serán entre suaves y cálidas telas. Hoy gritaras amordazado y tus manos podrán asir mis caderas mientras me corro montada en ti. Esta noche de 14 de febrero será perfecta.
Listo amor MÍO. Deberíamos casarnos y para demostrar mi compromiso eterno. He mandado a hacer un collar de acero inoxidable; a la medida de tu grueso cuello. No llores; que no he terminado. Por favor no sigas pensando que esto es enfermizo, es solo un tipo de amor distinto al común denominador que conoces. ¿Es que acaso no se nota en cada laceración hecha con experto cuidado para no tocar arterias o venas importantes? Te mantengo vivo y sano. Por mucho más que esto te amo.

Feliz San Valentín, amor MÍO.

lunes, 9 de febrero de 2015

Amanecer

Sientes como me levanto temprano. A penas antes del amanecer. Como toda la vida, como todos los años, como todos los días de esta vida juntos. Escuchas el ruido de preparme el café. El silencio te dice que ya la taza esta en mis manos. Cierras los ojos y me imaginas mirando por la ventana, tomando a sorbos el café que quema mis labios. Sabes que pronto saldre a caminar por la orilla de este mar que nos ha visto desgastar nuestros mejores años. Escuchas la puerta y te levantas. Miras por la ventana y me observas caminando. Hasta detenerme frente al arrecife donde las olas rompen salvajes. Sabes que le recito poemas que pienso en el momento, a ese mar embravecido que se ha llevado tanto y nos ha dado tanto. Sabes que lloro un poco cada que termino de hablarle a la espuma, de regalarle las lágrimas que el oleaje arranca de mi corazón. Me miras caminar de regreso y cuando volteo hacia la ventana; sé que estaras ahí para sonreirme de lejos. Levanto mi mano y te saludo con una sonrisa y un te amo susurrado. Camino hacia la casa que nos ha adoptado, sonriente porque pronto tomaré tu mano, besaré tus labios y miraré mi reflejo en tus ojos castaños. Este ritual que parece demasiado cotidiano, es el que nos mantiene vivos, y juntos año tras año. El amanecer, el café y las arrugas que se acumulan mientras más tiempo estamos lado a lado.


miércoles, 7 de enero de 2015

Vacíos

Certeza              

Sé el defecto que tienes de endulzar las heridas. Sé que el miedo de tenerme a tu lado toda la vida provoca huir. Sé que sabes que brincaría hasta ti. Pero también sé que te conoces, como para no hacerme pasar por el infierno que sostienes en tus manos. Que me amas para no destruirme con tus ciclos de melancolía y ausencia que rigen tu vida, tus años. Que me miras de lejos y acaricias mi recuerdo, porque tenerme a tu lado significa cambiar lo que no quieres. Que tus vicios son arraigados y prefieres verme sonreír de vez en cuando, a escucharme llorar entre tus brazos.

Depende             

El amor depende de tu experiencia, de tus ganas de vencer miedos o escudarte en ellos. El amor depende de tus ojos abiertos, de tu mente cerrada, de tu corazón enfundado de hierro. El amor depende de la conexión entre tu razón y tu corazón, depende del tartamudeo de los latidos o si dejas de estar vivo. El amor depende de vencer sentimientos inútiles y ejercer la razón. El amor son sentimientos razonados, circunstancia precisas, sin ilusiones fantásticas; al amor depende de ti, de conocerte y probar sin miedo al fracaso, que el amor en sí es triunfar; que amar es ya ganar.

Besos hastiados     

Un poco más de juegos antes de deslizarme bajo tu cuerpo. Antes de sentir la inminente fuerza de tu peso. La fortaleza de tus manos, apretando, magullando, acariciando, pellizcando. Mi boca urgente de tus besos, mi oído esperando la sinfonía de tus gemidos. Tu piel ansiosa de sentir el roce de la mía. Todo perfecto hasta que la gloria del goce sea aburrida. Hasta que me beses hastiado y sepamos que todo ha terminado. Donde nos tomemos de las manos y nos quede refugiarnos en la charla para amenizar a las ganas dormidas. Hasta que despierten en otras pieles, en otros ojos, en otras sonrisas.

Hace día            

Hace día de no pensar, de no desear, de olvidar. Es un día para meditar, dejar pasar y no empartanarse en emociones. Es día de amar con libertad, de no recordar, de no volverse muletilla de cansancios. Es día de abrazar de lejos, sin miradas, sentir el calor que irradian los cuerpos. Es día de bordes, como el de tus labios, tus dedos, el borde la cama. Es día de orillas, de mar, de río, del vaso con agua que hay que tomar para no desbordar. Es día de estar el límite de sucumbir a la pequeña muerte que das entre besos y despertar para morir de verdad. Solo es un día más.